No fa pas massa que comentàvem els magnífics articles que Juan José Millás publica setmanalment a “El País Semanal” , tot comentant una fotografia d’actualitat.
Aquesta setmana el dedica a Antonio López i la seva exposició al Thyssen ( vaig descomptant els dies que manquen fins el 26 de juliol en el que ja tinc l’entrada a les mans ) i ho fa amb uns matisos que van completant la polièdrica mirada que sempre ens ofereix la personal perfecció realista de l’artista manxec . una mirada en la que cal deturar-se amb tota profunditat.
Antonio López observa uno de sus hiperrealistas cuadros durante el montaje de su muestra en el Museo Thyssen. Como si quisiera pasarse al otro lado y pintar un lienzo desde dentro.
A Antonio López se le ha calificado de pintor hiperrealista porque el término realista se le queda pequeño. No hay, en cambio, pintores hiperabstractos, como si la abstracción careciera de grados. Cabe preguntarse si la figuración, llevada a extremos hipnagógicos, no sería también un modo de abstracción.
Lo cierto, en todo caso, es que cuando uno, en su propia vida, sufre una experiencia visual "hiper", la reconoce enseguida como excepcional y, en ese sentido, como alucinatoria. Puede ocurrirle en la visita a una tienda de Ikea, donde las diversas realidades domésticas alcanzan extremos lindantes con el sueño, o en un frenesí místico, donde el sueño linda con la vida.
López, que siempre encuentra el modo de dar una vuelta de tuerca más al realismo, es un místico que utiliza la pintura para relatar sus visiones. Él diría que es un ascético, pues alcanza la revelación a lo largo de un durísimo proceso lleno de sacrificios y de reglas. Jamás se expresa como si le resultara fácil la conquista de esas experiencias contemplativas que cuelgan de las paredes de los museos; de hecho, casi nunca las da por terminadas.
A nosotros, esclavos de una realidad normal, homologada, mostrenca, nos parece, en cambio, que nos hemos tomado un ácido cada vez que nos plantamos delante de uno de sus cuadros. En el de la fotografía, la ficción podría ser la realidad, y viceversa. Observen cómo el maestro intenta introducirse en esa ficción real creada por él mismo. Un día de estos pintará un cuadro desde dentro, en vez de desde fuera, y se quedará a vivir en el otro lado del espejo.
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