JOSEP Mª CODINA. SORTINT DEL BLANCEn
Josep Mª Codina ens presenta una magnífica exposició a l’Ateneu. Una exposició de les que marca fita , dit d’altra manera , fins ara en Josep Mª Codina era un bon pintor però ara forma part ja de l’élite dels artistes de la ciutat.
Aquells que hem tingut la sort de conèixer dia a dia el treball de Codina , que hem pogut seguir la seva trajectòria i hem vist el seu caminar artístic , teníem in mente aquesta exposició , una mostra rodona, palpitant , enormement viscuda i que crea en l’espectador un sentiment participatiu de sensacions que sols aconsegueixen els grans artistes.
Una exposició de “blancs” però fugint dels mateixos . mantenint així la seva tradició en les exposicions mataronines, ja que en totes elles sembla encetar un nou camí en el que apareixen noves qüestions, noves estètiques , noves plàstiques , noves ambicions.
Una exposició que mereix un ampla examen. Per això publico avui un text inèdit que havia de servir per el catàleg de l’exposició que celebrà en el País Basc, en la passada tardor i que per raons alienes a n’en Josep Mª i a mi es quedà fora del mateix. Fa tan poc , i l’obra es tan parella que crec que serveix perfectament per analitzar el treball de Codina , un artista que assoleix ara la seva plenitud.
OROGRAFÍA PERSONAL
“ Frente a un mundo impalpable
de aire y luz, alzo mi cuerpo
fenómeno que me muestra
hecho visible el misterio.”
La clara soledad
Gabriel Celaya
Josep Mª Codina tiene una mirada firme y clara que parece acentuarse cuando se acerca, pincel en mano, a depositar la dosis adecuada de pigmento en la tela. Aquella que ha perdido su blanca virginidad en una imprimación lenta y pausada con la que conseguir un blanco vivido, es decir lleno de tonalidades rosáceas ,azuladas, ligeramente parduzcas o amarillentas, establecida con mimo en una base plana de la que cual , si procede y a modo de encáustica , recuperará color y volumen según convenga a su proyecto.
El artista deposita su carga y tras dar un paso atrás, con mimo casi cual caricia, apuntala su intensidad mientras busca en el lumínico estudio el adecuado grafito con que completar la acción, a la que quizás ayude a posteriori un espolvoreado capaz de generar aquel halo brumoso, que contrastará con aquella capa cérea del ángulo superior y hará que....
No se puede comprender el trabajo de Josep Mª Codina sin entender su entramado profundo en el conocimiento y amor del oficio de pintor, como elemento esencial para sustentar en él toda su carga artística. Josep Mª Codina es un renacentista actual. Para él el oficio es medio pero también fin. Sin él no podría establecer adecuadamente su intención comunicativa.
Cree que el elemento artístico industrial es materia inerte, adocenada, vulgar, que solo puede volver a la vida tras el procedimiento vital y personal del creador. De ahí una telas trabajadas para no ser únicamente sustento pictórico y sí formar parte de la propia obra. Estos papeles, escogidos tras minucioso estudio o producto de personal fabricación manual, en el deseo de poder conseguir un óptimo de prestaciones que permita asegurar que toda la carga vital que expresa en sus trabajos llegue con la exacta y justa intensidad al espectador. Pinceles, pigmentos, tonos y tonalidades, sombras y claridades, color personal en suma. Y a su vez, gesto, pincelada, grosor, cera, grafito. Densidad e intensidades, ritmos y cadencias.
Todo lo antedicho es imprescindible en el artista para poder establecer las variables adecuadas en cada obra y ordenar las coordenadas móviles de los tres elementos fijos en los que se establece toda su creación: El hombre, la vida, el tiempo.
Por ello enfrentarse a la obra de Josep Mª Codina es recorrer junto a él sus personales e íntimas reflexiones alrededor de las tres preguntas míticas de la existencia: ¿Quiénes somos? , ¿De dónde venimos?, “¿Adónde vamos?. Lo hace de manera tan críptica y personal que a veces parece que no va a dar ninguna pista para penetrar en el entramado vital de su pintura, pero su enorme sensibilidad nos abre resquicio para penetrar en su interior, y poder observar las similitudes con cualquiera de nosotros.
En sus trabajos Codina expresa sus miedos y temores. Lo hace con un evidente respeto de modo que le cuesta explicitarlos plásticamente. Se sirve de este juego al engaño con su apuesta de esencia abstracta, en la que aparecen elementos figurativos claramente reconocibles. Así el autor va desnudándose en su capacidad de saberse débil, para sentirse arropado en la globalidad del conjunto que está en su misma situación.
El paso de la vida y el paso del tiempo. Elementos en apariencia paralelos que sin embargo a veces desincronizan su ritmo, alterando el equilibrio vital. La vida es siempre tiempo, pero a veces el tiempo no conlleva verdadera vida, en el sentido más estricto e íntimo de la palabra.
De aquí este cuerpo siempre presente, en la realidad o en la latencia. Este repasar sin pausa la piel en un escaneo sin fin. La piel, elemento que une y a la vez separa. Rudo y duro, pero de una enorme fragilidad. Elemento textural que en su relieve marca y diagnostica el paso del tiempo, hecho evidencia en una señalética personal, que nos identifica en sus detalles, dándonos aviso del ayer y siendo presagio del mañana, olvidando el presente que como casi todos sabemos, en realidad no existe.
Así las obras de Josep Mª Codina parecen ser reflejo de una orografía personal. Con sus valles y montañas, sus surcos y laderas. Planicies extensas convertidas en inmensos espacios de placer, y a su lado recodos en los que se hacen evidentes los restos de la batalla, con el interrogante añadido de no saber quien ha sido el vencedor y el vencido.
Lucha y victoria. Derrota pero sin resquemor. Incisiones y suturas. Pasado al que no se debe mirar y futuro que se antoja esperanzado a través de estas notas de color que cada vez van ganando terreno, obteniendo no solo más espacio y sí más protagonismo en el ritmo vital de la obra.
De nuevo el hombre, la vida, el tiempo. Y el arte que todo lo preside y lo hace evidente. Como en este surco húmedo y generoso que domina en algunos de sus trabajos. Un surco que parece creado por el caminar de una lágrima. ¿De alegría, de tristeza, de dolor... ?.
Para averiguarlo, solo hay un camino. Seguir el que magnetiza Gabriel Celaya. Alzar nuestro cuerpo para que se nos muestre, hecho visible el misterio. El nuestro y el de todos, el que intenta discernir Josep Mª Codina en la permanente búsqueda plástica e interior de su propia orografía personal.
(escrit fet a Mataró, en el setembre de 2007)
PS.- Magnífic l’editorial de capgros.com. I valgui amb ell una resposta a la pregunta del Sr. Baron del per què la poca presència de Codina i altres importants artistes mataronins a la ciutat.
Si vol resposta tan sols li cal mirar al costat , i veure l’actuació excluient d’un PMC sectari i partidista que ha renegat de tots aquells artistes que no han mantingut una postura artística , per ells definida com a “contemporania” (?).
Sigui coherent i reconegui que malgrat el seu recolzament personal, els artistes mataronins estan essencialment vetats en les seves possibilitats expositives. I bona part és culpa seva. Per un costat per la renuncia del seu partit a dirigir cultura , per l’altra per no fer una politica de govern que fos igualatoria estilísticament parlant i que tingués en la qualitat el raser del seu límit.